Drama en el que un hombre sufre unas graves deformaciones en su cuerpo y su rostro en Londres a fines del siglo XIX. Basado en un caso real. Lynch toma la acertada decisión de ambientar el film en blanco y negro. La apariencia absolutamente deforme del protagonista bordea lo surreal y supera lo expresionista. El film es una apelación constante a las emociones de compasión, respeto y odio desde el horror de la ausencia (el rostro del hombre elefante no puede expresarlas).