Comedia dramática policial en la que un pintor contratado por una familia aristocrática para retratar la casa es acusado de asesinato en Inglaterra en la década de 1690. Peter Greenaway todavía no domina la relación entre las pretensiones (el análisis o mirada al arte) y las formas (planos fijos y recargados). El principal problema es que los diálogos omnipresentes (que se pretenden rebuscados pero ni siquiera son paródicos) arruinan el placer de las imágenes.