Film de acción en el que un grupo de mercenarios es contratado para dar un golpe de estado en un ficticio país de África. La interpretación de Christopher Walken, capaz de otorgarle humanidad a un personaje irredimible, y la atinada descripción de la relación entre el capitalismo y la guerra con el aval de los gobiernos de las potencias son dos puntos a favor del film. Pero la resolución, incoherente y facilista en pos de la corrección política, se lava olímpicamente las manos y destruye todo lo bueno construido hasta allí.