Biopic del actor y director de cine Tommy Wiseau durante la realización del film The Room (2003) en Los Angeles. El parecido de James Franco con Wiseau es sorprendente porque va más allá de lo físico. En el fondo puede que haya una identificación en el sentido de cómo se siente un actor a la hora de asumir el rol de director. La película cubre su arco narrativo, pero termina siendo un poco edulcorada (la elección de las canciones). El personaje de Wisseau es genial, pero no tiene contrapunto. La primera parte se extiende más de la cuenta. Ya sabemos que Franco la utiliza como salvavidas, al estilo Ed Wood (1994), para no burlarse de su sujeto, pero no puede ocultar cierta condescendencia hacia el resto de los personajes y evitar los diálogos que sobre explican los sucesos. Hay que recordar que el fenómeno de The Room se dio más en el mundo anglosajón que en el resto del mundo. Durante el rodaje propiamente dicho asistimos a la genialidad de lo incorrecto: cuando el protagonista decide rodar en la réplica de la calle para que luzca más como Hollywood o los pedidos que hace durante la filmación de las escenas de sexo. La efectividad de los gags durante ese segmento está garantizada. Hasta ahora lo que le va mejor a Franco como director es la comedia.