Comedia fantástica en la que Don Juan sale del infierno para seducir a la hija de un pastor en un pueblo de Suecia. Bergman demuestra que también maneja recursos de la comedia como la ironía y la representación. Pero el trasfondo es el mismo, el dolor del otro es el que despierta el amor. Su filiación con el cine de terror tiene una clara veta afectiva propia del período clásico (la identificación con el monstruo). El seductor deviene impotente porque sólo domina las superficies.