Cuento de terror en el que un banquero acusado de un robo se hace con una fórmula para animar muñecos y la utiliza para vengarse de quienes lo incriminaron en Paris. Browning sólo toma de la novela de Abraham Merritt la premisa de los muñecos animados y lleva el film hacia su terreno: el melodrama padre/hija y la historia policial. Resulta admirable la capacidad para insertar unos primeros planos que contaminan afectivamente todo el espacio y toda la escena para crear una atmósfera maligna de terror en estado puro.