Drama en el que el jefe de una editorial recibe a una nueva empleada en Seúl. El blanco y negro de la fotografía y el tono melancólico recuerdan un poco a las películas de Philippe Garrel. Y también a una de las mejores películas de Hong, The Day He Arrives (2011). Pero ahí se acaban las coincidencias. El cine de Hong enfrenta un gran problema desde el punto de vista de la puesta de cámara. Al filmar repetidamente las conversaciones con los actores puestos de perfil se pierde la dimensión afectiva de los rostros. Por no hablar de la falta de variantes una vez que las escenas se acumulan. En cuanto a la trama, no es más que una variante de un cliché de la moderna vida burguesa: el marido infiel. Esta vez Hong no reinicia las historias, pero la inclusión de los flashbacks, el parecido de algunas escenas y el título engañoso a veces hacen dudar de la linealidad de la historia. Por lo menos esta vez la película no tiene a ningún director de cine como protagonista.