Melodrama con toques fantásticos en el que un hombre nace viejo y con el paso de los años empieza a rejuvenecer en New Orleans a partir de 1918. La vuelta a los primeros planos de Fincher con Zodiac (2007) no se podía saldar con un producto más anodino e indigno para uno de los directores más visionarios de la década de 1990. Es que de todas las posibilidades que ofrecía la premisa, elige la más banal y vulgar. Hollywood nunca es capaz de hacer un film de amor. Cuando sabemos que el guión (basado en un cuento de Scott Fitzgerald) está escrito por el responsable de Forrest Gump (1994) y que el proyecto deambuló por los estudios desde 1994, no se puede esperar demasiado. Pero con el recurso narrativo de los flashbacks desde la cama del hospital, la utilización rutinaria de la voz en off que dice lo que vemos y la acumulación de personajes “carismáticos” se llega a un particular malestar. Podríamos hablar de la destreza visual de Fincher, de su clasicismo o de la parábola sobre el hombre en el siglo XX, pero la pregunta es ¿para qué? Hagamos de cuenta que este film no existió y esperemos el próximo proyecto de Fincher.