Drama en el que un corredor de autos regresa a su pueblo de Indiana y encuentra que su hermano quiere seguir sus pasos. Ya en la década de 1930 Howard Hawks es un maestro en el trazado y la duración exacta del gesto. Y deja claro que ochenta años en la historia de la humanidad no es más que un suspiro. A retener una escena: el reencuentro del protagonista y su ex novia en la barra del bar del autódromo. La transformación del rostro de ella y el plano medio desdramatizador que se mantiene mientras ella oculta sus lágrimas es una declaración de amor de la puesta en escena hacia la realidad y los personajes.