Secuela de The Hustler (1961) en la que un veterano jugador de pool toma como aprendiz a un joven con talento en Chicago. Pese a tratarse de uno de sus films menos personales, Scorsese plantea una sugerente reflexión sobre el paso del tiempo y la repetición de lo mismo, con el director ubicado en el medio de la pareja protagonista. Lo mejor es el realismo en la recreación de los ambientes donde se llevan a cabo los torneos y lo peor son las sonrisas estúpidas de un Tom Cruise recién salido de Top Gun (1986).