Melodrama en el que una pareja de adolescentes se enamora y quiere casarse pese a la oposición de sus padres en Los Angeles. Arthur Hiller toma una pendiente naturalista para narrar un amor juvenil condenado por los valores hipócritas de la sociedad americana de la década de 1950 que, al igual que en The Delinquents (1957) de Altman, prefiere la promiscuidad blanda a la fidelidad dura. El problema del film es que utiliza imágenes auténticas de una premisa falsa para tratar de generar emociones verdaderas. No aprovecha las potencias de lo falso como los melodramas de Douglas Sirk. Por eso se queda a mitad de camino.