Drama criminal en el que una pareja de policías y unos padres buscan a una niña secuestrada por una banda de pedófilos en Niagara. No hay nada peor que un director en franca caída y decadencia haga un film que retoma los motivos y la estética de las películas que le dieron un nombre para tratar de retomar la buena senda. No sólo es una triste operación de auto reciclaje, sino que hace dudar de las cualidades de esos trabajos anteriores. En este caso, una vez que logramos situar los personajes y la temporalidad del relato (luego de un comienzo repleto de alteraciones temporales) la película está acabada a los 40 minutos. Escenas descalificadoras como la madre que le recrimina al padre la pérdida de la hija o los policías que sospechan de él entierran al producto en la más rancia mediocridad. Después la secuencia del rapto de la policía aporta un poco de tensión, pero no hay nada más.