Secuela de The Butterfly Effect (2004) en la que un joven empleado de una compañía mata a sus amigos en un accidente automovilístico y un año después es capaz de volver al pasado para alterar esos sucesos en Estados Unidos. Viendo los nombres involucrados en el proyecto y considerando el estreno destinado a video, no cabía duda de que este film sólo era un exploit del inesperado éxito del original. Pero no sólo que imita sin gracia una idea y un concepto que resultaron medianamente originales, sino que se enreda en una trama de dramas laborales de yuppies del siglo XXI. El grupo de tele actores publicitarios que ponen cara de sufrimiento tampoco ayuda. Cuando la película intenta ser innovadora (las fotos en el celular) o provocativa (la escena de sexo en el baño del restaurant) queda en el más absoluto de los ridículos. Lo más irritante es el ritmo abúlico y pedestre de la narración. Pese a los escasos 80 minutos de duración el film es incapaz de sacar un mínimo provecho a las alteraciones del pasado. La resolución es supuestamente trágica y melancólica, pero lo único que experimenta el espectador es el alivio de que la película ha terminado. La compañía New Line parece fuera de control. El desinterés con que encara este tipo de productos hace enterrar un concepto que daba la impresión que tenía más para dar.