Drama en el que un actor en decadencia se niega a firmar un contrato con un estudio de cine en Los Angeles. Lo más perturbador del film es cómo Hollywood empieza a darse cuenta del monstruo que ha creado. Lo peor es que ya no hay vuelta atrás. La intensidad de los diálogos (las palabras se dicen cara a cara) y las actuaciones (cuando Rod Steiger se enoja hay que escucharlo) compensan en único decorado de la película.