Comedia de acción en la que un espía travesti investiga a una acaudalada familia que tiene negocios con el narcotráfico en el campo de Tailandia. Weerasethakul, ya sea como favor a un amigo, como encargo de alguna productora o como simple broma, hace un film indigno de su obra anterior y posterior. Nada termina de cuajar en esta película: la pedestre fotografía de video, la pobre sincronización del sonido, los espantosos números musicales, la endeblez de la historia, el sentido del humor ramplón. Lo que intenta ser una parodia ni siquiera llega a cine trash. Si hubo un cine que subrayó las potencias de lo falso, en el fondo era consciente de que el sostén era el miedo. Si a Weerasethakul no le va el modelo de la acción y el montaje, no hacía falta este film para comprobarlo. La gran paradoja del cine tailandés es que es capaz de producir lo más sublime y lo más nefasto.