Cuento de terror y ciencia ficción en el que un grupo de pasajeros queda atrapado con un monstruo alienígena en un pequeño aeropuerto de Estados Unidos durante una tormenta. Cunningham incursiona en el terror televisivo con premisa carpenteriana y pidiendo prestado a Bruce Campbell en el típico papel de antihéroe. Pero las limitaciones del medio (cortes para las pausas de publicidad, ausencia de gore) y del presupuesto (fotografía en video, rodaje en un galpón de Toronto, pobres efectos especiales) no pueden dar al producto más que un esmerado look de serie B. Más allá de alguna secuencia afortunada (el uso de las cámaras de seguridad para guiar a una de las protagonistas que va a rescatar a un herido) y de tratar el pánico en un aeropuerto poco después del atentado 9/11, el film es inmediatamente olvidable.