Comedia policial en la que un ladrón bisexual se hace amigo de un matrimonio en ruinas para robar casas a las afueras de Paris. La película funciona mejor en su primera parte por la dinámica de lo imprevisible (la escena en que los ladrones cenan con los robados) y las insinuaciones sexuales a partir de las dudas del personaje de Michel Blanc. En la segunda parte la misantropía y misoginia se hace muy evidentes y los personajes devienen patéticos.