Cuento de terror y ciencia ficción en el que una nave especial de rescate acude a un llamado de emergencia de una expedición de minería en una luna remota en el siglo XXII. Más allá de los problemas de producción y de quién finalmente haya dirigido/montado el producto (Hill, Francis Ford Coppola o Jack Sholder), el film es un verdadero fiasco. Las principales fallas son la falta de suspenso y la figura bastante ridícula del villano. Los planos torcidos, la cámara movediza, la fotografía en azul y las luces de fondo tratan en vano de darle cierto atractivo visual. El body count es escaso y carente de gore. El papel importante del sexo (el personaje de Robin Tunney obsesionada, para viajar los astronautas deben desnudarse) se ve opacado por la calificación PG-13. Y algunos apuntes sobre el futuro (la prohibición de los dibujos animados violentos, el permiso para tener hijos) quedan apenas esbozados. La primera incursión en la ciencia ficción de Walter Hill, productor y ocasional guionista de la saga de Alien (1979), queda como una auténtica decepción.