Comedia en la que tres adolescentes deben conseguir alcohol para una fiesta en Los Angeles. La factoría Apatow se mete en el terreno de las comedias adolescentes sobre la pérdida de la virginidad. La diferencia es que esta vez cuenta con un director que puede encarrilar la propuesta. Si Greg Mottola en su ópera prima había mostrado una saludable inclinación al naturalismo, un respeto por la continuidad espacio-temporal y una mirada a los gestos que no ensombrece a los personajes, sorprendentemente puede incluir estas características en este modelo. De esta forma la trama se construye a partir de una anécdota mínima, la puesta en escena se guía por cierta idea de fluidez y los actores y actrices pueden lucirse en los pequeños detalles. En ningún momento la película fuerza los chistes o los gags. Si en un principio hay una pizca de condescendencia y el guión dilata algunas situaciones innecesariamente, Mottola logra encaminar su mirada en la última parte. Superbad es una agradable sorpresa. Si el productor Judd Apatow hizo alguna contribución a la comedia americana, recuperar a un director olvidado del indie de la década de 1990 es uno de sus principales logros.