Cuento de ciencia ficción en el que una nave espacial es enviada al Sol para reactivarlo en el año 2058. Boyle hace una despareja, irregular, fascinante y perturbadora aproximación a la space opera, aunque carezca del impacto de su otro film fantástico, 28 Days Later (2002). Boyle cree que los clásicos de la ciencia ficción moderna, 2001: A Space Odyssey (1968), Solaris (1972) o Alien (1979), son irrebatibles. Por eso se dedica a homenajearlos pudorosamente. Su cine seduce más por la forma que por la coherencia de su discurso. Su capacidad para encontrar formas visuales está a la altura de David Fincher y Wong Kar-wai, entre los cineastas de su generación. El film se divide en tres partes bien diferenciadas: la presentación del conflicto (bastante convencional), la aparición del problema (visualmente se luce más) y el refrito de Alien (en el que Boyle se siente más cómodo). En la retina quedan varias imágenes (el plano detalle del ojo de perfil como si fuera el sol, el encuentro de los cadáveres incinerados en la otra nave o las astronautas entrando en la cámara de despresurización). Seguramente Sunshine va a entrar en la categoría de films fallidos de Boyle, pero mantiene las constantes de su estilo.