Cuento de terror en el que unos detectives investigan los motivos de unos misteriosos suicidios adolescentes en masa en Tokio. Una trama delirante, con grupo de pop infantil, un sitio de internet y unos niños malditos se combina con una estructura de policial más convencional. La película es bastante sangrienta. Hay splatter y baldazos de sangre por doquier, aunque los efectos digitales sean bastante flojos. Agrega un número de musical que hay que ver para creer de una especie de David Bowie japonés que canta sobre la muerte de Juana de Arco en un film de Robert Bresson.