Comedia dramática en la que una banda de rock intenta recuperar el éxito que tuvo en la década de 1980 en Los Angeles. Anderson y Voss vuelven a unirse para hacer un retrato de la escena musical como ya habían hecho en Border Radio (1987) con la música de frontera. Ahora la estructura narrativa tiende a las historias interconectadas, una plaga de fin de siglo que alcanza a buena parte del cine independiente americano desde Robert Altman pasando por Paul Thomas Anderson hasta Todd Solondz. Pero ni aún así pueden superar la misma sensación de insipidez. Si bien es de agradecer la mirada desmitificadora y carente de todo glamur, los personajes no pasan de la simple caricatura cínica y los conflictos arrastran un sustrato burgués conformista preocupante. Es que Anders, luego de su incursión en Hollywood bajo auspicio de Martin Scorsese, y Kurt Voss, luego de incontables thrillers de clase B destinados al mercado de video, a lo máximo que pueden aspirar a estas alturas de sus carreras es una participación en el devaluado festival de Sundance. Destacar eso sí la presencia de Rosanna Arquette en la única historia que tiene algo de sustento.