Cuento de ciencia ficción en el que un traficante de discos de realidad virtual descubre una conspiración en Los Angeles en los últimos días de 1999. El film es una híper kinética versión futurista de Blowup (1966) con la tecnología para descubrir los crímenes y de Light Sleeper (1992) con un traficante en crisis existencial durante algunas noches. Tal vez la excesiva duración y el constante estado de excitación del protagonista (amplificado por el efecto de la droga) sean los únicos reparos para un producto que excede todas las expectativas en cuanto al despliegue visual, la sensación de caos, la imaginería de sexo que propone y la violencia que transmite. El plano que va de los pies al rostro de Joseph Fiennes cuando ve a Juliette Lewis en el escenario muestra que Kathryn Bigelow es mucho más sensible de lo que su obra anterior hacía suponer.