Tercera entrega de los niños espías en la que Juni debe rescatar a su hermana de un video juego que lava los cerebros a los chicos. Rodriguez continua la saga con una inventiva y una falta de prejuicios que hacen que el resultado sea tan entretenido como siempre. Su película tal vez sea una de las mejores que ha retratado la estética y los mecanismos de los video juegos, con sus fondos dibujados y la aparición de power ups. El film acierta con el prólogo en el que el protagonista está separado de la organización trabajando como detective privado. Las parodias a Star Wars: Episode I – The Phantom Menace (1999), con la carrera para pasar de nivel, The Matrix (1999), con la realidad virtual y el elegido, y The Lord of the Rings (2001), con la aparición de Frodo, al menos resultan simpáticas. El sistema de 3D aporta poco visualmente y quita brillo a los colores, pero al menos justifica el hecho de que la película sea filmada sobre un fondo de pantallas verdes. Sorpresivamente la presencia de Sylvester Stallone en un cuádruple rol de villano no es molesta, en una participación que recuerda a la de Steve Martin en Looney Tunes (2003). Se destaca la banda sonora del propio Rodriguez, cada vez mejor compositor, como lo demuestra Kill Bill: Vol. 2 (2004), y un par de secuencias que hacen avanzar la historia como la lucha con robots gigantes o la mencionada carrera. El reparto de estrellas (que no debe haber estado más de unas horas en Austin para rodar sus escenas) se reúne en el clímax, lo más flojo del film. Luego de completar un par de trilogías y unos guiones inspirados, queda ver cuál es el futuro de Rodriguez.