Secuela de Spy Kids (2001) en la que la pareja de niños espías debe viajar a una isla desierta para recuperar un poderoso aparato. El ritmo vertiginoso del film no necesita gastar tiempo en presentar a los personajes. Desde el rescate en un parque de atracciones hasta la batalla final en la isla. Rodriguez no busca la perfección o la brillantez, sino filmar de la forma más rápida y barata que le sea posible. La intención es aplicar las nuevas tecnologías digitales y al viejo espíritu de la serie B. En el camino pone algún que otro chiste sutil como los posters que se abren sin querer o el otro espía que grita “más rápido” con cara de cochina que aumentan el target del film. El homenaje a la clase B lo podemos ver en el personaje del científico loco que interpreta Steve Buscemi y en las criaturas de la isla, dinosaurios y esqueletos, asumidamente imperfectos. Los efectos visuales no están destinados a lucir o maravillar. Rodriguez se confirma como hombre orquesta (se hace cargo de dirección, producción, guión, fotografía, música, montaje y diseño de producción) que hace un cine comercial, digno y barato.