Drama en el que la empleada de un hotel se obsesiona con un actor que trabaja como extra en películas en Toronto. Egoyan suma a la ecuación de la imagen – tecnología – realidad – comunicación la cuestión del deseo, buscando el último refugio de la modernidad cinematográfica. La distancia emocional que se genera a partir de las grabaciones de video como forma de guardar un momento, pero también de quitarle su valor único, genera una brecha que hace que el verdadero afecto no pueda ser filmado.