Aventura en la que un esclavo gladiador desafía el poder de Roma en el año 50 AC. Adaptación de la novela de Howard Fast. La película es recordada por sus impresionantes escena de batalla, por la fotografía abiertamente impresionista (primer film en color de Kubrick) y por su inuendo homosexual (aunque la escena de la pileta en su momento fue cortada). Pero en realidad no es más que un alegato nada sutil (pero efectivo) contra algunos conceptos básicos del cristianismo (que Kubrick no se encarga de disimular o esconder). Algunas escenas, especialmente las de Kirk Douglas y Jean Simmons, son tan pastosas y sentimentaloides que están al borde del camp. Lo que se salva es el retrato de los romanos (expresado en su superioridad, calma, parsimonia, conversaciones y relaciones) y la economía narrativa con que resuelve alguna escena (el nacimiento del hijo del protagonista). Stanley Kubrick por primera vez acepta claramente un encargo. Le sirvió para demostrar que podía superarlo y ganar algo de libertad dentro de la industria.