Comedia dramática en la que un director de cine debe entregar un film en 24 horas en Francia. El problema de este Godard de la década de 1980 es que antes, cuando se volvía muy críptico y pesimista, existía un motivo, una lucha, un ideal. Ahora es el puro vacío. Ni los ensayos de la banda de rock, ni las secuencia con los pasajeros de un avión o el aporte cómico de Jacques Villeret pueden sacar al producto de la divagación y la autocomplacencia.