Comedia dramática en la que una madre con tres hijos adolescentes aloja por unos días en su casa a una amiga en Buenos Aires. Rosell aprovecha cierta premisa costumbrista y naturalista de la historia para hacer un lúcido retrato de familia no excento de ternura. Ya sea por la utilización del decorado y el espacio de una casa que acumula recuerdos, por los objetos que testimonian el paso del tiempo y el peso de los afectos (ropa, regalos, el yeso) o por las oportunas soluciones de puesta en escena (la fiesta con los cuerpos amontonados), se puede decir que Rosell se confirma como un realizador con voz propia.