Comedia dramática que sigue aleatoriamente a unos grupos de jóvenes a lo largo de un día en Austin, Texas. Linklater logra llamar la atención del festival de cine de Sundance y del circuito independiente americano con una película que más allá de su accesibilidad puede considerarse como experimental. Pese a que la estructura fragmentaria no es ninguna novedad, al derrumbar toda noción de progresión narrativa, pero también al suspender la noción de tiempo, el film logra una especie de surrealismo espontáneo. Aunque llega un momento en que la frescura de la propuesta se agota al tornarse previsible la interrupción, el montaje final tiene algunas resonancias metadiscursivas que exploran la relación entre la realidad y la ficción. Tal vez el problema de la propuesta sea que no supera ciertos planteos contemporáneos que se quedan en el jugueteo inofensivo con las formas. Pero este tipo de apertura hacia la experimentación por momentos resulta fascinante y es una licencia de la juventud más que estimulante.