Cuento de terror en el que una pareja asentada cómodamente mata sin saberlo a una niña secuestrada y empieza a ser perseguida por su fantasma en Japón. El film es lo más parecido a Bresson u Ozu haciendo cine de terror. Gracias a una puesta en escena de una precisión quirúrgica y a un minimalista uso de la música y los movimientos de cámara, la película va poco a poco descubriendo otra realidad a la planteada. El fantasma como amenaza al vacío existencial de la pareja, que invade y molesta su espacio y comodidad. También es una demostración de cómo concebir el terror de forma simple (por ejemplo, el prólogo que muestra un plano general de dos personajes hablando de lo paranormal seguido de un leve travelling hacia la izquierda y una suave música que aparece) y profunda, al cuestionar el estado de comodidad de la pareja y, por ende, los ritos burgueses y sociales. La apariencia de los fantasmas es de una escalofriante simpleza. Tienen el mismo look de pelo que tapa la cara que Ringu (1998). No teme caer en el ridículo con el vestido que levita siguiendo a un hombre. Y mira al abismo de frente como la cita de Nietzsche que se incluye.