Secuela de Scream (1996) en la que un grupo de estudiantes son asesinados en el campus de una universidad de Cincinnati. Afortunadamente en este caso los personajes abandonan el look teenager, Craven y Williamson explotan mejor la fórmula y las apariciones del asesino son más elaboradas e impactantes. El resultado es muy superior al original. Tal es así que queda como uno de los mejores films americanos de terror de la década de 1990. Craven juega con una atmósfera más teatral y oscura. El prólogo en la sala de cine con el asesino interactuando con la película, la secuencia de ensayo de una obra de teatro musical y el clímax en la sala vacía ayudan a construir una atmósfera muy diferente a la del original. El film tiene tres secuencias (el acoso a Sarah Michelle Gellar en la casa de la hermandad, la persecución de Courtney Cox en el estudio de televisión y el accidente de auto en el que el asesino queda inconsciente) modélicas en tensión y suspense. Los asesinatos son “celebrados” por el montaje o la música que sigue. El asesino, con sus corridas violentas y miradas a la cámara, resulta mucho más aterrador. En el prólogo vemos partes de una película basada en los sucesos de la primera que resulta tan exagerada como efectiva. El film supone el retorno a Hollywood de un cine de terror más anárquico y desmesurado.