Comedia dramática en la que un punk vaga en el Paris marginal de fines de la década de 1970. La puesta en escena de Perrin no es muy refinada (ese encuentro frontal en la cabina de teléfonos), pero el humor, los diálogos y los personajes son rebeldía pura. El beso paliza de las punkies en la calle que termina en la reversión del vómito supera todas las expectativas.