Drama en el que cuatro jerarcas fascistas recluyen a un grupo de jóvenes para abusarlos en un castillo cerca de Marzabotto en 1944. Pier Paolo Pasolini lleva las depravaciones sexuales de la novela del Marqués de Sade a un contexto histórico preciso. La película es un conjuro de torturas, abusos sexuales y atrocidades que no niega las posibilidades artísticas de la puesta en escena y que reflexiona sobre el poder a través del sexo y la violencia. La forma de mostrar la violencia (más implícita que explícita durante buena parte del film y desde la ventana en la secuencia final) no cae en el mal gusto o en la falsa provocación. La falta de reacción de los sometidos puede resultar irritante, pero el film Pasolini no tiene contemplaciones. La nula identificación con los sometidos y la ausencia total de discursos de los torturadores evita el sentimentalismo. Tal vez el contexto social e histórico entorpece un poco al sentido de lo natural de la obra de Sade, pero el film traza un paralelo entre la dominación fascista y la dominación capitalista que es igual de relevante.