Comedia absurda de terror en la que un neumático inicia una matanza en el desierto de California. La película no es tanto una parodia al cine de terror, sino una reflexión sobre los mecanismos artificiales de creación del miedo. La meta ficción en la que los espectadores observan e interactúan con el film sirve de apoyo. El tono de las actuaciones es apropiado. El film se desarrolla en un mundo propio, regido por sus propias reglas. El problema es que las muertes (explosiones de cabeza) están resueltas con efectos especiales digitales. Uno no deja de pensar en Scanners (1981) de David Cronenberg. En un momento, cuando el neumático empieza a seguir a la chica, también está la posibilidad de una historia. La escena del prólogo, la presencia del público y su matanza ya establecieron el tono.