Aventura en la que Robin Hood regresa a Inglaterra después de las Cruzadas. La fábula es llevada al ritmo de blockbuster y se llena de acción sin sentido. Pero hay poca inspiración en la puesta en escena de Reynolds. Todo hace ruido: los atroces diálogos, las situaciones ridículas, el ampuloso score. Lo peor, la duración. Lo mejor, la canción de créditos de Bryan Adamas.