Thriller en el que un camionero sospecha que el conductor de una camioneta es un asesino serial en las carreteras de Australia. Si bien Franklin no esconde la influencia de Hitchcock y conduce el relato en términos puramente visuales, esta vez el guión no da para sostener la premisa por 100 minutos. Ya que hay problemas con la dosificación de la información y el punto de vista, Stacy Keach y Jamie Lee Curtis resultan poco creíbles en sus personajes y el asesino resulta más patético que aterrador. Lo que queda son algunas secuencias de suspenso rebuscadas con autos y callejones.