Western en el que un vaquero, su hijo y una cantante atraviesan unos ríos perseguidos por los indios en Canadá en 1875. La artificialidad del conjunto con los numeritos musicales de Marilyn Monroe, su maquillaje y peinados perfectos y la colorida puesta en escena en cinemascope le dan al film un asumido y exagerado sabor kitsch y pulp. Sólo ver el gesto de placer de Marilyn Monroe mientras Robert Mitchum le frota el cuerpo vale toda la película.