Cuento de terror en el que una periodista investiga la muerte de unos adolescentes generada por un video maldito en Japón. Nakata ilustra la novela de Kôji Suzuki (original punto de partida, desarrollo de thriller detectivesco, derivaciones sobrenaturales y resolución sorpresiva) con mínimos recursos, cierta contención narrativa y excesiva frialdad . El masivo éxito en su país de origen no impide el dilema de que una historia bien contada y un buen film de terror rara vez combinen. Cuando la puesta en escena de Nakata interviene con efectos sonoros, la imagen congelada o flashbacks granulosos carece de inventiva, timing y nervio. Lo que no quita que el prólogo sea efectivo (las dos adolescentes solas en la casa), que la atmósfera espesa se sostenga hasta el clímax lúgubre, que la imagen de la protagonista abrazando el cadáver en el pozo resulte bella y que tenga un final aterrador acorde con el planteo. Pero al film le falta auténtico riesgo. Las referencias a The Omen (1976), When a Stranger Calls (1979), The Changeling (1980) y Poltergeist (1982) no pasan de la cita puntual, pero hablan de la occidentalización del cine japonés de género. Nakata abre de par en par la puerta de Occidente para el cine de terror oriental. Después vendrían exponentes mucho más consumados.