Comedia dramática en la que un ladrón ayuda a un ex presidiario en el barrio de la Boca de Buenos Aires. A partir de la irresistible tipología de los personajes, la exactitud en la captura del gesto, la presencia del tango y la excelente fotografía en blanco y negro de Francis Boeniger, Moglia Barth hace un retrato de un grupo de perdedores que a Aki Kaurismäki le hubiera encantado. Los directores con experiencia en el cine mudo (Ferreyra, Torres Ríos, Moglia Barth) son los más aventajados en términos visuales del cine argentino, al menos en la primera etapa del sonoro.