Thriller en el que un sobreviviente del Holocausto de 90 años inicia un viaje en busca de su torturador por el norte de los Estados Unidos y la frontera con Canadá. De los últimos films comerciales de Egoyan este tal vez sea el más digno, lo que no es mucho decir igualmente. La continuidad espacio temporal, el respeto del punto de vista del protagonista y la repetición con pequeñas diferencias del planteo inicial (busca cuatro personas con el mismo nombre que podrían ser el torturador nazi) logran sostener la propuesta. Si a eso le agregamos el hecho de que el personaje interpretado por Christopher Plummer sufra de demencia que le hace olvidar su misión temporalmente y tenga dificultades en desplazarse, hacen del film una especie de thriller en cámara lenta que nunca pierde su atractivo. La secuencia en que entra a la casa del hijo fanático nazi de uno de los nombres que busca está resuelta de forma efectiva en cuanto a la temporalidad del montaje y la contención en la actuación de Plummer. Pero el retrato descalificador de todos los personajes secundarios y el giro final que toma la temática del Holocausto como una simple premisa para un juego de memoria descalifican inmediatamente al producto.