Cuento de terror en el que una actriz filma una película en un hotel donde hubo una masacre 35 años atrás en Japón. Luego de abandonar momentáneamente la serie japonesa Ju-on y de experimentar un poco con Marebito (2004), Shimizu se pone al servicio del mega productor Takashige Ichise y monta un espectáculo al más puro J-Horror. Si en un principio parece que las sugerencias son muy evidentes, que la anticipación demasiado breve y, por ende, que las resoluciones son decepcionantes, poco a poco el film nos va metiendo en una espiral de terror que altera todas las percepciones. Shimizu sostiene un ritmo narrativo progresivo gracias a una estructura tríadica que anticipa a The Grudge 2 (2006). Las tres dimensiones de la realidad (el rodaje de la película de ficción, la adolecente que visita al hotel y la cinta encontrada con las muertes en vivo), en tres momentos y lugares diferentes, abren las puertas del infierno en el que los zombis se levantan, los personajes cambian de rostro y hay lugar para una persecución antológica en los que deben ser los mejores últimos 30 minutos de un film de terror de la década de 2000. Sigue sin aparecer en Shimizu una real empatía con los personajes (problemas de la fragmentación), pero esta vez lo compensa con eclécticas referencias que van de Resnais y Rivette a Fulci y Kubrick. Tal vez el J-Horror esté languideciendo, pero más por el cansancio de los espectadores que por la calidad de sus films.