Película bélica sobre la violación y el asesinato de una chica iraquí por unos soldados americanos durante la ocupación en Samarra. Basado en un caso real. De Palma vuelve a la guerra (antes fue Vietnam), al cine independiente de bajo presupuesto, al tono contestatario y polémico y a los experimentos visuales. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo (más aún viendo el estado de las carreras de sus compañeros generacionales). Más allá de que todo lo que vemos juega al falso documental (y no es un dato menor), las cámaras portátiles de los soldados, los noticieros internacionales, las cámaras de seguridad y vigilancia, los sitios webs y blogs, como si De Palma quisiera alejarse del material y de la intervención en la puesta en escena, todavía conserva la mirada limpia, pura y carente de prejuicios. Antes que una verdad moral existe una verdad visual. Al quedar todo registrado, la violación de la chica, la venganza iraquí y el interrogatorio de los soldados, asistimos a una especie de artificio o simulacro carente de sentido. A fin de cuentas, los temas (sexo violencia, poder, culpa) y la postura (maliciosa, desconfiada, aguda) siguen siendo los mismos. Era hora de que De Palma empezara a utilizar las tecnologías digitales. La elección del tema no puede ser más adecuada.