Comedia acción en la que un militar ruso es enviado a los Estados Unidos para ayudar a la policía local a capturar un narcotraficante georgiano en Chicago. Aunque las vueltas de la trama tienen nulo atractivo, los chistes espaciados son pocos felices y la calidad del producto está muy por debajo de lo habitual de Walter Hill, el film tiene un gran mérito (tal vez inconsciente). Muestra que la Unión Soviética y los Estados Unidos son dos caras de la misma moneda: controlar, reprimir e intolerar son los únicos métodos de la derecha más reaccionaria.