Mezcla de comedia, ciencia ficción, policial y aventura en la que dos adolescentes se convierten en detectives en un futuro post apocalíptico repleto de mutantes radioactivos y monstruos caníbales. Pyun extrema los recursos estilísticos para desesperadamente llamar la atención del espectador. Ya sea por el prólogo en blanco y negro, el abuso de horrendas canciones pop de la época o las luces intermitentes de la fotografía. Lo mejor es la idea que se cuela por debajo: la verdadera pesadilla es que la cultura hubiera quedado anclada en la década de 1980 con su música, sus valores, su vestimenta y sus peinados. Lo que no es tan descabellado ya que la película está ambientada en el año 2001.