Policial en el que el padre de un niño atropellado por un auto busca al asesino para matarlo en un pequeño pueblo de Finistère. Adaptación de la novela de Nicholas Blake. Claude Chabrol muestra su maestría en el uso de la puesta en escena, con la atrevida utilización de objetos en el medio, y del montaje intelectual, con un plano de unos huevos fritos magistral. Por lo demás, la historia es simple y vista muchas veces. Sólo varía en la ambigua resolución en la que no se aclara a quién mata y el protagonista escapa al mar.