Cuento de terror en la que una serpiente voladora gigante acosa los rascacielos de New York. Cohen realiza uno de los films fantásticos más desprejuiciados y delirantes de la década de 1980. La mezcla de estilización, fantasía, realismo y seriedad termina mareando. Cohen desarrolla sus obsesiones habituales: la fusión de la comedia y el policial (el personaje principal es muy poco habitual para este tipo de films) y la denuncia con humor a las lacras sociales (el delincuente que soborna al gobierno a cambio de información).