Cuento de terror en el que un grupo de físicos estudian una sustancia encontrada en el sótano de una iglesia abandonada de Los Angeles. Carpenter regresa al bajo presupuesto. Su concepción del terror se vuelve más filosófica y metafísica: las partículas del mal que invaden la realidad. Si bien los personajes carecen de entidad y la dinámica del body count es previsible, el film mantiene la rigurosidad en la puesta en escena y una tensión sostenida y en aumento. Hasta llegar a un clímax brillante (el espejo y el video del futuro desestabilizan la percepción) que desliza una idea sobre el amor y el tiempo al borde del apocalipsis.