Drama en el que un estudiante americano de origen indio visita a su tierra de origen. Hay que tener mucho ego, mucho coraje (o mucho dinero) para ponerse delante y detrás de la cámara en una historia que no va a ninguna parte sobre el “choque cultural”. Shyamalan se lleva de Estados Unidos los planos americanos, la banda sonora intrusiva y los bullies de rigor. Pero en ningún momento logra algo parecido a una interpelación ideológica.