Cuento de terror en el que un joven abandonado por su novia empieza a sufrir alucinaciones en un pueblo de Alabama. Wingard se plantea la difícil tarea de combinar un melodrama depresivo y deprimente con la estética del cine de terror. Fracasa orgullosamente. El film no puede evitar caer en la condescendencia hacia el personaje y en la afectación de la puesta en escena. Pero aún así, sigue hasta el final y algo se puede rescatar del conjunto. Es que no son muy felices las decisiones de la utilización de la voz en off del protagonista, de los montajes de flashbacks y de la inclusión de primeros planos porque coartan toda distancia con el material, toda coherencia del punto de vista y toda aproximación al surrealismo. Eso sí, los actores asumen sus papeles con cierto grado de autenticidad, el film hace un excelente uso de la música con canciones oscuras, hay un contraste constante entre la idealización del protagonista y la realidad del reencuentro con la novia y la resolución tiene impacto más que nada por la contención. Por lo que algunos méritos tiene. Wingard defrauda algunas expectativas generadas por sus ópera prima al tratar de volverse demasiado serio. Hay que ver cómo evoluciona.